En aquella colina distante yacen los restos de un amor perdido, pero nunca abandonado. Arrumbados con momentos atesorados y sueños perdidos.
Esa colina es más especial que las demás, es la favorita.
Recibe constantes visitas de un pensamiento pasajero que tiene la costumbre de posarse allí, sólo para contemplar la belleza de un mausoleo que hace juego con tanta elegancia que provoca un dolor placentero.
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Mateo Moreno