Antes solía
pensar que la soledad era algo antinatural, algo que no iba con mi forma de
pensar.
Ahora ya la
necesito. Gradualmente fui dándome cuenta que la soledad es lo único constante en esta
vida.
Que este
rechazo consistía en el miedo a lo desconocido, al temor de perder lo ya seguro.
Pero lo único que se tiene tangiblemente es nuestro ser.
Al estar tan
empeñados en sentirnos acompañados no valoramos quienes somos, nos volvemos
volubles ante tanta gente que nos rodea, caprichosos con quien se puede y
sumisos con quienes admiramos.
El
entendimiento de la libertad está en la soledad, en hacer inventario de nuestro
sentir, de las cosas que amamos y detestamos.
Al final
morimos solos, cruzamos solos, sólo nos llevamos lo que somos.
Todo lo dejamos, las posesiones y recuerdos son fácilmente perdidos, cambiados y olvidados.
Todo lo dejamos, las posesiones y recuerdos son fácilmente perdidos, cambiados y olvidados.
Nuestro
egocentrismo aumenta con los años, buscando dejar un legado, pronto empolvado
por nuestras próximas generaciones, modificado a conveniencia de los
perpetuadores de nuestra historia.
Fácilmente las
cosas dan giros inesperados y la situación, nuestros amigos y familia cambiarán
eventualmente.
Si todo de
todo el amor invertido en toda esa gente lo dividiéramos hacia nosotros,
tendríamos un egoísmo sano. La gente que no lo soporte se marginará por no
aceptarte puramente.
En la
soledad no hay engaños, somos como somos y no cambiamos.
La soledad
es, en esencia nuestra forma desnuda de ser ante el mundo y nosotros mismos.
El rechazo a
la soledad no es más que un error común de gente insegura, de falta de
autoconocimiento y ausencia de carácter.
La soledad
no es la ausencia de gente, sino el internalismo personal en toda su expresión.
--
Mateo Moreno
--
Mateo Moreno