Desde la comodidad de mis almohadas llego a pensarte más allá de mis sueños, siento tenerte cerca como para besarte, olerte y seguirte amando, pero suficientemente distante como para sentirme olvidado.
Tu cruel e inconsciente desprecio me aturde mientras me quita el sueño y me sujeta a cederte mi descanso, un tiempo valioso de escritura libre.
Puesto que no dejo de pensarte, mis vueltas en las sábanas se vuelven más frecuentes, intentando no verte delante de mis ojos cerrados.
Sólo me queda intentar dormir con el afán de no soñarte, de alejarte de mi amante subconsciente y entregarme al cansancio de esperarte y no tenerte.
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Mateo Moreno