Solo en la noche, a la mitad de la madrugada cierto individuo suele pensar en aquella persona, imaginando lentamente cómo será lo que viene adelante, sin imaginarse que esa mujer le había robado el aliento desde el momento en el que la conoció.
Y mientras cada segundo avanzaba los sentimientos eran más claros. Comenzaba a condensarse el cariño en un rayo de esperanza para un corazón con grandes cicatrices.
Aquella persona había llegado para quedarse, también temblorosa por un cariño aplastado, pero ella deseaba más que nada estar presente en su vida.
Si las cosas hubieran sido diferentes nunca se hubiera consumado esta dicha creciente en una mutua dependencia de sanación, cariño y alegría. Todo se debió dar en ese orden específico para que se conocieran en el momento preciso.
Ahora este individuo no puede pensar en otra cosa que no sea estar feliz. Desea eso más que nada.
Todavía faltará más tiempo para que estas personas mágicas conozcan su propósito en la vida del otro, mientras tanto se desean con locura y buscan la consumación de su amor.
Ella apenas descubrirá lo que acaba de encontrar: un amor que no tiene tiempo, que no tiene limitación.
Él está preso, víctima de su propio pensamiento y debe asomarse por la ventana para recibir una bocanada de aire, reaccionar y darse cuenta que encontró lo que necesitaba. No había podido definir lo que sentía hasta aquel momento y por fin supo que acababa de encontrar lo que tanto andaba buscando, ahora sólo debe mantenerlo cerca y disfrutar todo aquello por lo que había soñado tantas madrugadas.
--
Mateo Moreno