Las tristezas ignoradas por corazones egoístas son las que quiebran las almas incoruptibles, seduciendo lo más profundo por lo más banal.
Esas almas que se vacían por dar amor a causas perdidas caminan arrojadas al flujo incesante de una búsqueda hueca, ignorando que sus razones no las acompañan.
Lo único constante se convierte en una soledad, desplazada por pensamientos interiorizados que asemejan un intento de cariño propio y con desdén justifican ese vacío por desperdicio de tiempo.
Lo peor de esa pérdida es el intento de remplazo, nuestra poca precisión al perfilar lo que creemos basados en nuestra mala experiencia.
Al poco rato, nuestro vacío suele reconfortarnos como una melancólica soledad que brinda carácter a una mente perturbada.
La ignorancia ajena sólo fortalece la idea de regresar como un ser mas controlado, cuyos objetivos sólo son determinados por un corazón que se ha vuelto egoísta, siendo capaz de ignorar almas desquebrajables con tal de mantener esa estabilidad lograda con los años, puesto que nuestra supervivencia es una prueba de que el mundo nunca será regido por almas cuya nobleza no haya sido puesta a prueba con amores despiadados.
--
Mateo Moreno
viernes, 14 de agosto de 2015
viernes, 7 de agosto de 2015
jueves, 6 de agosto de 2015
Inevitable...
Hay ciertas cosas que no pueden evitarse, un desamor, un llanto abrumador, una ignorancia inocente, una carcajada dolorosa.
El querer drenar una marea de sentimientos o intentar contener sensaciones por mucho tiempo son patéticos intentos para un peón en un juego de principiantes.
Podría decirse que querer algo es inevitable, como lo es intentar no enamorarse.
En algún momento realizamos un cambio, aunque no significativo, que nos brinda un consuelo de haber luchado por una causa que nunca dependió de nosotros, una que siempre vivió por sí sola.
Aprenderemos que querer no es tener y que tener no necesariamente es querer, a la mala, a la buena, eso no importará, porque hagamos lo que hagamos siempre querremos algo más, algo menos, algo que nos brinde sentido, que calme una inquietud desenfrenada por un falso concepto de lo que se tiene y lo que no.
--
Mateo Moreno
El querer drenar una marea de sentimientos o intentar contener sensaciones por mucho tiempo son patéticos intentos para un peón en un juego de principiantes.
Podría decirse que querer algo es inevitable, como lo es intentar no enamorarse.
En algún momento realizamos un cambio, aunque no significativo, que nos brinda un consuelo de haber luchado por una causa que nunca dependió de nosotros, una que siempre vivió por sí sola.
Aprenderemos que querer no es tener y que tener no necesariamente es querer, a la mala, a la buena, eso no importará, porque hagamos lo que hagamos siempre querremos algo más, algo menos, algo que nos brinde sentido, que calme una inquietud desenfrenada por un falso concepto de lo que se tiene y lo que no.
--
Mateo Moreno